Madrid, 12 de marzo.- Con motivo del Día Internacional de la Mujer, MUJERES PARA EL DIÁLOGO Y LA EDUCACIÓN (MDE) organizó una visita al Museo Arqueológico Nacional (MAN) el pasado 9 de marzo, centrada en la evolución de las mujeres desde la prehistoria hasta la romanización.
La sociedad prehistórica era bastante igualitaria en cuanto al reparto de tareas entre hombres y mujeres. En el Paleolítico, las mujeres se dedicaban a la caza, la pesca y recolección. Tenían un papel activo en todos los ámbitos de la vida y compartían con los hombres todo tipo de esfuerzos.
En economías en las que no existía excedentes, la mejor opción era la igualdad social. Cada miembro del grupo era capaz de hacer todo lo necesario para sobrevivir. Aunque es posible que hubiese una división del trabajo por edad, no existía división del trabajo propiamente dicha, ni especialización, aunque sí algunas habilidades para ser chamanes o artesanos. Por su parte, las mujeres empiezan a especializarse en temas textiles porque tenían mayor habilidad con las manos y en esa época, tener ropa de abrigo bien cosida, podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
En este periodo, el pensamiento establecía como deidad suprema a la propia tierra en la forma de una mujer que da vida a todo. Guardaban en sus propios cuerpos el misterio y el conocimiento del nacimiento, eran las madres y dirigentes de la civilización. Había una progresión joven-madre-anciana a la que se adaptaban las enseñanzas y las funciones sociales.
Hay que poner en valor las grandes aportaciones de la mujer a la evolución de la humanidad como inventora. Su papel es fundamental en los inicios de la cultura humana como maestra-nodriza, curandera o sacerdotisa. Siempre fue la guardiana del fuego, por lo que hay teorías que le atribuyen su descubrimiento. Estas contribuciones justificarían la existencia del matriarcado en la Prehistoria, como afirman las nuevas teorías antropológicas basadas en hallazgos arqueológicos.
Como parte del arte mobiliar, se elaboran pequeñas esculturas que reciben el nombre de Venus. En ellas se representan los órganos sexuales muy desarrollados, dando aspecto de estar embarazadas. Se esculpían para que los espíritus asegurasen la fertilidad de la tribu.
Después de un periodo intermedio (Mesolítico) llegamos al Neolítico, periodo en el que la mujer aporta a la evolución de la humanidad numerosos hechos culturales: la agricultura, diversas técnicas de transformaciones de productos alimenticios (como la molienda del grano), farmacológicos, minerales, cerámica, curtido de pieles, artesanías del tejido, herramientas…
En esta época se llevó a cabo la domesticación de plantas y animales, un destacable crecimiento poblacional, una tendencia a la sedentarización de las comunidades, un cambio de mentalidad que favoreció la previsión y la creación de territorios estables, así como la aparición de reservas y almacenes, controlando el abastecimiento de alimentos. Desde este control de la naturaleza también se explica los orígenes de la civilización, unida a la aparición de las clases sociales y del estado, mediante la conocida como revolución «urbana», atendiendo a las posibilidades de acumular excedentes que ofrecían la agricultura y la ganadería.
Hay actividades imprescindibles para la continuidad de la vida, como los trabajos de cuidados y atenciones y la socialización de niños y niñas. Sin estas tareas cotidianas, la supervivencia hubiese sido imposible.
En el neolítico se rendía culto a la diosa madre que protegía cosechas y ganado y garantizaba la fertilidad. Se representaba en figurillas femeninas de arcilla que eran objeto de culto. Se cree en el más allá y se da culto a los muertos. Los difuntos se entierran en urnas de cerámica, rodeados de ajuar, en necrópolis.
Al final del neolítico y durante la Edad de los Metales se construyen monumentos hechos con grandes bloques de piedra, los monumentos megalíticos, en los que hombres y mujeres trabajan juntos para sacar adelante a la comunidad.
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Estela ibérica |
Dama de Baza |
Dama de Elche |
En la península ibérica, la Protohistoria abarca las culturas que se desarrollan entre los inicios de la Edad del Hierro y el proceso de Romanización, es decir, el Primer Milenio a.C. Buena parte de los objetos de la colección del MAN, proceden excavaciones arqueológicas y hallazgos llevados a cabo en España. El conjunto de escultura ibérica es excepcional por su calidad y cantidad. La hay realizada en piedra (Damas de Elche, Baza y Cerro de los Santos, relieves de Osuna) y en bronce (exvotos ibéricos de Despeñaperros).
Con la Edad de Bronce llegan las mayores diferencias, tanto entre hombres y mujeres como entre los diferentes estratos sociales.
La cultura argárica es una manifestación y expresión de los poblados del sudeste de la península ibérica en la Edad de Bronce, que formaron una de las sociedades de mayor relevancia en la Europa del III y II milenios a. C. La Cultura del Argar es contemporánea de la Minóica.
Hay que destacar también la importancia de la civilización tartésica. Tartessos es el nombre por el que los griegos conocían a la que creyeron primera civilización de Occidente. Ésta absorbió pinceladas de otras culturas, como la fenicia o la griega, como lo demuestran buena parte de los tesoros de El Carambolo y de la Aliseda que se conservan en el MAN y en el Arqueológico de Sevilla.
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Réplica del Tesoro de Carambolo (Tartessos) | Tesoro de La Aliseda (Tartessos) |
Pero, ¿qué ocurre en la Edad de Bronce para que la mujer acabe perdiendo el papel principal que ocupaba? Según las últimas teorías, el aumento demográfico obliga a incrementar la producción de alimentos. Como consecuencia, los hombres se incorporan al trabajo agrícola para ampliar la superficie de terreno y hacerlas accesibles a las mujeres que seguían trabajando la tierra.
La necesidad de la fuerza física para producir alimentos para la comunidad y la dureza del trabajo, hace que éstos se hagan imprescindibles para la supervivencia del grupo.
De esta forma, las mujeres empiezan a perder el control de la producción de alimentos y esto da lugar a las siguientes consecuencias.
• Pierden sus derechos igualitarios; su seguridad y el control de los medios de producción y de las tierras de labor
• Se incrementa su explotación
• Fácilmente se convierten en un bien mueble de importancia porque es capaz de procrear y aporta mano de obra a la familia
• Con el tiempo, la degradación social de la mujer llevará a sustituir a la divinidad femenina por otra masculina
En relación a las costumbres, hay que recordar que la civilización griega tenía reservado el papel de la mujer al ámbito privado que pasaba de la casa del padre a la del marido, con su respectiva dote que, en caso de divorcio, le era devuelta. Las griegas no eran ciudadanas, sino esposas de ciudadanos. No podían participar en política ni tenían derechos cívicos. Esta situación fue adoptada por los romanos que la difundieron por todo su Imperio.
El derecho romano se desarrolló durante casi doce siglos (desde el siglo IV a.C hasta el siglo VI d.C), y la condición jurídica de la mujer va evolucionando, desde una fase inicial en la que su sometimiento al hombre es absoluta, hasta un momento que goza de grandes derechos y libertades.
En cualquier caso, siendo su situación jurídica mucho mejor y más igualitaria que en civilizaciones anteriores, la griega por ejemplo, siempre y en todo momento estuvo sometida su capacidad de obrar a la tutela del hombre.
En Roma, se educaba a niños y niñas juntos hasta los once años. A partir de esa edad, se las instruía en la maternidad con muñecas articuladas, en cómo llevar una casa, etc. A los doce años, se consideraban casaderas y una vez casadas, se dedicaban al hogar y a la educación de los hijos. Dependían exclusivamente de sus maridos. Los matrimonios eran concertados por el padre de la novia que aportaba la dote (a los 12 o 13 años, aunque para la boda formal se esperaba a que pudiera desarrollar una vida sexual plena). Hay que señalar que el pater familias tenía poder de vida o muerte sobre sus hijos, su esposa y sus esclavos que estaban bajo su mano.
Las mujeres tenían derecho de sucesión respecto a un padre y también podían testar. A veces, eran más ricas que sus maridos y rehusaban su autoridad, pero no era lo habitual. Las romanas de familias nobles eran las matronas y se ocupaban de sus casas; en cambio, las pobres pasaban su tiempo cosiendo, lavando ropa, haciendo comida y el trabajo de las demás.
La boda se hacía en el mes de junio, en casa de la novia. Ésta se vestía con una túnica especial y llevaba un peinado tradicional con seis trenzas y una diadema, luego se cubría con un velo color azafrán.No obstante, hay que destacar que en época romana, como consecuencia de la gran mortalidad existente en los partos, a las mujeres se les permitía ser médicas, profesión que se les prohibirá en la Edad Media.
Las romanas eran coquetas, disponían de todo tipo de aceites, perfumes y peines para su aseo personal. En esta labor, las matronas eran ayudadas por sus esclavos. Tenían libertad para salir a la calle, ir a las termas de mujeres, templos y espectáculos públicos. No obstante, les estaba prohibido dedicarse a la política.
Las mujeres que quedaban huérfanas o viudas se convertían en sujetos de pleno derecho y no estaban bajo la tutela de nadie. Sin embargo, esta situación no suponía para ellas una liberación sino lo contrario pues se veían solas e indefensas.
En caso de divorcio, el marido debía devolver la dote y ella perdía la tutela de los hijos, por lo que la mayoría de los matrimonios no se divorciaban y seguían su vida «libremente». El adulterio era delito, pero si lo consentía el cónyuge o no se hacía público, no se tomaba en cuenta. Según Cayo Julio César “La mujer del César no solo debe serlo, sino parecerlo”.
Extemplo simul pares esse coeperint, superiores erunt
(Tan pronto como hayan empezado a ser iguales, serán superiores)
Marco Porcio Catón – Tito Livio, Ab urbe condita, XXXIV
En el ámbito romano, la colección del MAN se compone de una gran diversidad de objetos fechados entre los siglos I a.C. y V d.C. Destaca por su variedad y calidad la serie de inscripciones latinas, representativas de la epigrafía hispana sobre piedra (aras, pedestales, estelas o miliarios) o bronce (tablas jurídicas). Igualmente importante es el conjunto de esculturas y retratos, con representaciones de las más importantes dinastías reinantes del Imperio romano, como los Julio-Claudios, Flavios, Antoninos o Severos.