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De Calderón: «Si queremos hablar en serio de justicia y de paz no hace falta una revolución, pero sí una evolución”

Mujeres para el Diálogo y la Educación (MDE), con su presidenta Giovanna G. de Calderón al frente, viajó el 19 de abril a la ciudad tunecina de Nabeul para participar en el coloquio internacional sobre “La justicia y la paz en las Santas Escrituras y el pensamiento filosófico”, organizado por la cátedra Ben Alí para el Diálogo de las Civilizaciones y las Religiones de la Universidad de Tunicia, con la colaboración del Comité de Cooperación de Marsella-Provenza-Mediterráneo, que preside Robert Bismuth.

La hospitalidad tunecina se puso una vez más de manifiesto al acoger durante cuatro días a investigadores de 48 países árabes, europeos, africanos, asiáticos y americanos. El acto fue inaugurado por el Ministro tunecino de Educación Superior, Investigación Científica y Tecnología, Lazhar Bououni. Entre los asistentes, se encontraban el obispo de Túnez, Lahham Maroun; el imán de Túnez, Gaha Abdelkader; el rabino americano Rosen David; asesor del Ministerio de AAEE español para la Casa Sefarad en España, Ohfer Bronchtein; el vice-presidente de la Soka Gakkai, Takamura Tadashide (Japón); el representante del Vaticano en la UNESCO, el imán de Marsella y un centenar de teólogos, antropólogos, diplomáticos y profesores de las más prestigiosas universidades.

El Profesor Fantar, titular de la Cátedra Ben Alí para el Diálogo de las Civilizaciones y las Religiones y Giovanna G. de Calderón, Presidenta de MDE

Los participantes recomendaron la difusión de los valores de justicia y paz, principalmente, en la juventud, así como su inclusión en los libros de texto. También han destacado la necesidad de enseñar la historia de las religiones, no desde un punto de vista de la fe, sino desde una óptica que ponga el acento en el denominador común de las creencias.

El profesor Mohamed Hassine Fantar, titular de la Cátedra Ben Alí para el Diálogo de las Civilizaciones y las Religiones, por su parte, señaló, por su parte, que «este coloquio a alcanzado sus objetivos  al contribuir a instaurar puentes de cooperación entre los diferentes representantes de las religiones monoteístas y búdicas, en un ambiente de solidaridad, tolerancia y entendimiento«.

Mujeres para el Diálogo y la Educación (MDE) fue la única ONG participante relacionada con la defensa de los derechos de la mujer, tema muy comprometido con las religiones, especialmente las monoteístas.  Su presidenta, Giovanna G. de Calderón, insistió en la importancia de la educación en valores, familiares, personales y socioculturales, y subrayó que “el papel de la mujer ha sido ignorado mucho tiempo, como si el crecimiento de un país fuese solo cuestión de hombres”. También hizo alusión a que, de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, “la igualdad de género es un requisito indispensable para superar el hambre, la pobreza y las enfermedades, máxime en tiempo de crisis”. Incidió en la enorme importancia que tiene, además de la escolarización, la entrada de la mujer en política y su acceso a puestos de toma de decisiones donde se debaten los problemas que le conciernen específicamente, como la violencia de género, la trata de blancas, la muerte de bebés en el parto, etc. «En cuanto a las religiones«, De Calderón manifestó que “la conciencia de cada uno debe decidir. Si queremos hablar en serio de justicia y de paz, no hace falta una revolución, pero sí una evolución”.

El discurso fue muy bien acogido y apoyado por los representantes religiosos que se acercaron para establecer relaciones con MDE y comenzar posibles acciones comunes. Todos eran conscientes de que no es lógico hablar de paz y justicia, de culturas o civilizaciones y dejar que la mujer, que representa más de la mitad de la población mundial, forme parte de manera significativa de lo que hoy en día llamamos “exclusión”.

Esto produce una sensación de cierta sorpresa y de gran esperanza para las mujeres que ven una pequeña luz al final del túnel, pero hay que ser conscientes de que los valores socioculturales son muy difíciles de modificar.  Solo un diálogo intercultural, pacífico y abierto, nos permitirá establecer los cimientos del mañana, por lo que harán falta grandes esfuerzos como la ejemplar iniciativa llevada a cabo por la cátedra Ben Alí, en Nabeul (Túnez).

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